
Adicción al sexo
Tratamiento de la adicción al sexo en Madrid
La adicción al sexo es una adicción sin sustancia y destructiva, pero tiene tratamiento. En Paduluce te ayudamos a frenar estos pensamientos y recuperar tu vida.
La adicción al sexo se reconoce como un patrón de comportamiento sexual compulsivo: una búsqueda persistente de estimulación sexual que la persona no consigue controlar pese a sus consecuencias. En la literatura clínica puede situarse dentro de los trastornos del control de impulsos o considerarse una conducta adictiva. No existe un consenso absoluto entre especialistas, y por eso encontramos distintos nombres según el manual diagnóstico: la CIE-11 de la OMS utiliza “trastorno de comportamiento sexual compulsivo” (también llamado hipersexualidad), mientras que el DSM-5 lo enmarca bajo el paraguas de los problemas de control de impulsos. Más allá de la etiqueta, lo relevante es el impacto real en la vida.
Se encuadre o no dentro del concepto estricto de adicción, hablamos de un problema cuando aparecen características comunes a otras adicciones y que lo diferencian de un alto deseo sexual saludable (que no deteriora otras áreas). Entre esas señales destacan: pérdida de control sobre el inicio, la duración o la frecuencia; necesidad creciente de estimulación (no solo más cantidad, también variación de conductas o búsqueda de nuevas parejas); uso del sexo o de la pornografía para aliviar malestar emocional (ansiedad, estrés, soledad, aburrimiento), cuando lo esperable sería buscar placer e intimidad; y emociones de culpa, vergüenza o ansiedad después de la conducta. Con el tiempo, lo sexual ocupa el centro de la vida mental y física, desplazando compromisos y aficiones.


Este desplazamiento suele hacerse visible cuando el comportamiento sexual se antepone a responsabilidades básicas familiares o laborales: llegar tarde o faltar al trabajo o a clases, descuidar la convivencia, mentir para ocultar citas, gastar por encima de lo previsto en suscripciones, encuentros o contenido digital. Para sostener el patrón aparecen dinámicas de engaño, mentira y manipulación, que a su vez incrementan la ansiedad y el malestar, alimentando el circuito de compulsión: malestar → búsqueda urgente de alivio sexual → alivio breve → culpa/vergüenza → más malestar.
La tecnología actúa como acelerador. La disponibilidad 24/7 de pornografía online y apps de contacto reduce la distancia entre impulso y conducta, ofrece novedad constante (que refuerza la excitación) y facilita la escalada. No “causan” por sí mismas la adicción al sexo, pero sí potencian la pérdida de control en personas vulnerables, especialmente si existen antecedentes de ansiedad, depresión, trauma o TDAH.
Conviene subrayar que alto deseo sexual no es sinónimo de adicción. La diferencia no está en cuántas veces se practica sexo, sino en el grado de elección libre, la capacidad de parar y la ausencia de deterioro. Si hay consentimiento, seguridad y el resto de áreas de la vida funcionan, hablamos de variabilidad humana. Si, por el contrario, hay compulsión, interferencia y consecuencias negativas repetidas, estamos ante un comportamiento sexual problemático que merece atención.
Reconocer estas señales a tiempo permite romper el bucle y recuperar un vínculo más sano con la sexualidad: elegido, consciente y alineado con los propios valores. Si te sientes atrapado/a por la hipersexualidad, la pornografía o la búsqueda incontrolada de parejas, pedir ayuda especializada es un paso de cuidado y responsabilidad, no de vergüenza. La información y el acompañamiento adecuados hacen posible recuperar calma, control e intimidad sin renunciar a una vida sexual plena y segura.

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